El 'momento alfiler' en las bodas
Seguro que, en alguna ocasión, has participado en esta tradición que comienza cuando la novia empieza a vestirse.
Sus amigas, damas de honor y/o familiares femeninas, colocan alfileres en el vestido de la novia. Después del banquete, la novia reparte (y prende) esos alfileres entre sus invitadas para desearles buena suerte. La manera de ‘prender’ los alfileres dependería de la destinataria: si es soltera (o divorciada), el alfiler se colocaría con la cabeza hacia abajo ya que la pérdida del 'pinchito' durante la celebración significaría que van a encontrar el amor. Por el contrario, para las mujeres casadas, el alfiler se colocaría con la cabeza hacia arriba para que conserven y no pierdan su amor….
Actualmente, el 'momento alfiler' se ha sofisticado y ahora no se prenden en el vestido de la novia sino en el ramo o en centros o cojines más o menos elaborados y destinados expresamente a ello. Eso si. Hay que repartirlos todos. Según la superstición, si la novia se queda con un solo alfiler, su amor caerá en desgracia.
La leyenda de los alfileres en las bodas
Una leyenda pone su origen en una historia de amor según la cual, una bella joven de Toledo (Soledad Vargas, para más señas) rezaba el rosario cada noche por la salud y suerte de su amado que, en tierras del Pacífico, formaba parte de las expediciones de conquista.
Entre la tranquilidad de las horas nocturnas y la cadencia del rezo, para evitar caer en los brazos de Morfeo sin acabar el rosario, Doña Soledad pedía a una de sus damas que le clavara un alfiler si veía que se dormía. Una vez finalizado el rosario, la joven dejaba el alfiler como ofrenda a la Virgen; un ritual continuado día tras día hasta que su amado volvió sano y salvo y pudieron celebrar su boda.
Otra leyenda, también en Toledo, habla (de nuevo) de una hermosa muchacha toledana que mantenía un amorío con un galán. Como los padres de él no aprobaban la relación, mandaron al muchacho a Italia. Si bien al principio la joven recibía regularmente correspondencia de su amado, las cartas fueron espaciándose y, finalmente, dejaron de llegar. Ella, desconsolada, para evitar caer en el desmayo con el recuerdo de su ingrato amor, se clavaba un alfiler. Su angustia le llevó a pedir ayuda a la Virgen de los Dolores que se le apareció con el corazón atravesado por siete espadas y que le dijo que ‘ella también había sufrido y que aguardara’. Y ella aguardó. Y el enamorado apareció arrepentido.... Se casaron, fueron felices… Y la Virgen de los Alfileritos se convirtió en la patrona de los enamorados de Toledo.
Como con casi todas las tradiciones, además de la línea ‘romántica’, hay otra corriente más ‘pragmática’. Es la que cuenta que, como habitualmente, los vestidos de novia pasaban de madres a hijas o, incluso, a otras féminas de la familia y en varias sucesiones a lo largo del tiempo, para prolongar su uso, en lugar de ajustarlo con cortes, hilo y aguja, se utilizaban alfileres para ‘adaptarlo’ al cuerpo de cada novia. Ésta, tras la ceremonia, regalaría esos alfileres a las mujeres solteras presentes como deseo de suerte en el amor.
El llamado 'momento alfiler' suele generar escenas con gran carga emotiva entre la novia y sus más allegadas. Instantáneas naturales que en Fotovillalba sabremos recoger para deleite de las protagonistas. Un excelente recuerdo, con una bonita leyenda detrás, que formará parte de las mejores fotografías de tu boda.